jueves, 11 de junio de 2009

Un viejo que leía novelas de amor

Título: Un viejo que leía novelas de amor
Autor: Luis Sepúlveda
Editorial: Tusquets Editores

Luis Sepúlveda:

Nacido en Ovalle, Chile, en 1949, Luis Sepúlveda ha recorrido desde muy joven casi todos los territorios posibles de la geografía y las utopías, de la
selva amazónica al desierto de los saharauis, de la Patagonia a Hamburgo, de las celdas de Pinochet al barco de Greenpeace. Y de esa vida, cuando menos agitada, ha sabido dar cuenta en apasionantes relatos. En 1993 Tusquets Editores empezó la publicación de su obra con Un viejo que leía novelas de amor, Mundo del fin del Mundo, Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar,... entre muchas otras obras. Luis Sepúlveda ha escrito novelas relativamente cortas, pero con mucho acierto ,ya que conoce la impaciencia de la generación de hoy día.




Resumen:
El Doctor Rubicundo Loachamín era un dentista que visitaba dos veces al año la población del Idilio,igual que el empleado de correos, que raramente llevaba correspondencia para algún habitante. El Doctor siempre despotricaba contra cualquier tipo de gobierno, los odiaba a todos. Las gentes esperaban la llegada del barco y especialmente al dentista, pues les limpiaba la boca y les llevaba dentaduras. Quienes esperaban turno mostraban cara de padecimiento; los únicos personajes sonrientes eran los jíbaros, ya que decían que tenían los dientes sanos por comer mono. Antonio José Bolívar Proaño, el cual sabía leer pero no escribir, habitaba en una choza que construyeron entre él y su mujer. Cuando ésta murió, los shuar, compadecidos ,se acercaron a él y le enseñaron su modo de vida, haciéndose gran amigo de ellos. Mientras estuvo con los shuar, no necesitó novelas de amor, pues allí el amor era puro, sin posesión y sin celos, hasta que por un desgraciado accidente se tuvo que marchar, y volver a Idilio, donde se enteró de que había libros de distintos temas, también de amor. A partir de entonces, la mayor parte del tiempo lo dedicaba a leer las novelas, a divagar sobre el amor y a imaginarse los lugares donde ocurrían las historias. En el muelle, mientras esperan la llegada del cadáver de un gringo muerto, el Doctor se encontró con Antonio y vieron aparecer dos canoas con el cadáver de un hombre rubio muerto. Se trataba de un hombre joven, de unos 40 años. El alcalde, hombre odiado por todos, acusaba a los shuar de haberlo matado, pero Antonio Bolívar examinando el cadáver, se dio cuenta de que había sido asesinado por una tigresa, pues el gringo había matado a sus cachorros. Antes de marcharse, el Doctor Rubicundo, le entregó a Antonio dos novelas de amor con final feliz. Al cabo de unos días, apareció otro cadáver muerto por la tigrilla, por lo que se organizó una cacería para matar al animal formada por el viejo, unos cazadores del pueblo, y el alcalde. La marcha se hizo muy dificultosa por culpa de las botas del alcalde, hasta que se quedó descalzo y la marcha se hizo un poco más ágil. Cuando llegaron a Alkasetzer, donde estaba la choza de Miranda, se lo encontraron muerto por dos zarpazos, y también a Asplascencio Puñán, muerto de idéntica manera. Después de enterrarlos, pasaron la noche en la choza y el viejo se puso a leer una de sus novelas. Entonces, un compañero le preguntó que de qué trataba lo que estaba leyendo, y le contestó que de amor, amor del que duele. Al poco oyeron pisadas que venían de fuera de la cabaña, y por culpa del alcalde, se les escapó la tigrilla. Mas tarde, el alcalde propuso volver al poblado, pues el animal no tardaría en dirigirse hacia allí y le podrían tender una trampa. El viejo no pensaba igual, pues creía que el animal, en su acto de venganza, lo que buscaba era la muerte, pero una muerte digna, no como la que le querían dar los cazadores y el alcalde. El viejo fue el único que se quedó en la selva, y entonces fue cuando empezó a repasar todos los valores que le enseñaron los shuar. Cuando, al día siguiente, encuentra a la hembra, la fue siguiendo; ésta se dejaba seguir. Era como si lo llevara a algún sitio determinado. Al fin llegaron a una pendiente donde la hembra se tumbó, y el viejo vio al macho moribundo y con un muslo arrancado por una perdigonada. El viejo se dio cuent de que la tigresa quería que éste acabara con el sufrimiento del macho. Entonces, puso los dos cañones en el pecho del animal, y le dijo:"- Lo siento, compañero, ese gringo hijo de la gran puta nos jodió la vida a todos". Y disparó.Luego, tras una pelea con la hembra, consiguió acabar con ella. El viejo la acarició y lloró avergonzado y no sintiéndose vencedor de esa batalla. Antonio volvió a su choza y a sus novelas, con palabras tan hermosas que le hicieron olvidar la barbarie humana.




Opinion personal:
Este libro simplemente me encanta, ya que critica la deriva de la Amazonía y representa a los indígenas shuar, con los que el protagonista y el escritor habían convivido. Además, el título no sólo se refiere al viejo que leía las novelas de amor, si no a la propia novela, que es de amor, el amor entre los dos tigres, el cual se representa cuando la tigre consigue acabar con el sufrimiento de su compañero por medio del viejo. Al final, muere a manos del hombre esta fiera mata-hombres, que después de todo, fue el mismo hombre quien la despertó...




David Peña Lapente 4º E.S.O. C

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